Redacción Delegalymas
EFE.- Hace 150 años del nacimiento de María Montessori, pionera en la pedagogía, creadora del método que lleva su nombre y primera mujer en ser médica en Italia. Fue una mujer decidida en un mundo de hombres, en un tiempo que aparentemente había sido creado para hombres. Cuando las mujeres en Italia solo podían ser maestras, ella decidió ser médica. Fue una persona valiente que revolucionó la enseñanza con su método pedagógico.
Nació el 31 de agosto de 1870 en Chiaravalle, una pequeña localidad cerca de Ancona, en la región italiana de Le Marche.
Rompió roles. “Fue toda una sorpresa descubrir y conocer a María Montessori en profundidad. Creo que es una mujer de la que todos podemos aprender”, dice Magela Ronda, escritora y coautora del libro ilustrado “María Montessori. Una vida para los niños”, publicado por Penguin Random House.
“Conocer a María es entender el porqué de su método, la lógica de su sistema de enseñanza. No hay nada caprichoso o irrelevante en la manera en que María planteó la educación de los niños y conocerla a ella es comprender el tremendo potencial de su método”, añade.
Cuenta Ronda en el libro, ilustrado por Leire Salaberria, que Alessandro Montessori, el padre de María, era un hombre culto que, a pesar de sus ideas conservadoras y su formación militar, veía con buenos ojos los cambios que atravesaba el país.
La madre de María, por su lado, fue fundamental en el desarrollo personal y profesional de su hija.
Renilde Stoppani era una mujer culta y con buena educación, con ideas propias y capaz de argumentarlas y defenderlas.
Stoppani y Montessori se casaron en 1866 y, tres años después, nació su única hija, María. Se trasladaron a Florencia cuando María tenía tres años y, dos años después, fijaron su residencia en Roma
La primera médica de Italia. “María Montessori fue la primera mujer en estudiar Medicina en Italia. Imagínate por un momento lo que eso significa: ser la primera y, sobre todo, la única mujer en la universidad, en un mundo de hombres que intentaban que nada cambiara”, contesta Ronda a la pregunta sobre su parte favorita de la historia.
Tras pasar por la escuela secundaria técnica y el instituto técnico, María consiguió ingresar en la Facultad de Medicina en 1892. Fue la primera mujer en hacerlo en Italia.
“No fue fácil para ella, estuvo a punto de rendirse en muchas ocasiones. Cada día acudía a estudiar a un lugar inhóspito, un lugar que la rechazaba…”, comenta Ronda.
“Hay que ser muy valiente para romper con las costumbres, con las reglas establecidas y María rompió muchas de esas normas a base de constancia, amabilidad e inteligencia”, añade.
En 1896 acabó sus estudios y comenzó a ejercer como médica asistente en la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Roma.
Durante su trabajo de investigación entró en contacto con niños con discapacidad intelectual y niños que alguien consideró que no encajaban en su entorno.
Su método. “María supo acercarse a la infancia de una manera amorosa y respetuosa, de igual a igual, observando a los pequeños con el corazón en la mano. Destacaría, sin duda, su lucha por la infancia”, comenta Salaberria.
Montessori, que nunca quiso ser maestra, la única carrera universitaria abierta a las mujeres, acabó marcando el mundo de la pedagogía. De sus experiencias con los niños menos privilegiados de Roma nació la inquietud que la llevó a desarrollar el conocido método Montessori.
En 1898 fue nombrada directora de la Escuela Estatal de Ortofrenia en la que durante dos años trabajó en el desarrollo de un método educativo. Pronto los niños de la escuela mostraron avances y se pusieron a la altura considerada “normal”, llegando a sobrepasarla.
En 1907, alejada de la medicina, fundó la “Casa dei bambini” (casa de los niños), la primera escuela Montessori, en San Lorenzo, por aquel entonces un barrio romano marginal. Montessori compaginaba la labor de organizar la escuela con la investigación y la docencia.
A esta primera Casa le siguieron más por toda Italia y después por Europa. El nombre de Montessori resonaba en los círculos intelectuales y especializados y su método comenzó a interesar en diferentes partes del mundo.
Hasta su muerte en 1959, María vivió en diferentes lugares como España, India y Holanda y siguió viajando y compartiendo su sabiduría.
Entre todos los niños, uno destacó para María: Mario, el único hijo de la médica, fruto de una relación con su colega y psiquiatra Giuseppe Montesano y nacido en 1898. Fue dado en adopción, según algunos indicios, de manera forzosa, y volvieron a reunirse y vivir juntos en 1913.
Los niños que siguen el método, dice la página de la sucursal española de la Asociación Montessori Internacional, “se desarrollan en un ambiente preparado, basado es unos principios naturales muy claros con la idea de que el niño sea su propios maestro”. Estos principios son: la autonomía, independencia, iniciativa, capacidad de elegir, desarrollo de la voluntad y autodisciplina.
Reconocimiento. En vida, Montessori recibió honores y reconocimientos. Sin embargo, tal vez en la actualidad su obra sea más famosa que su creadora. “Creo que es uno de esos casos en los que la obra ha superado al creador y me atrevería a decir que a María no le importaría en absoluto. Para ella los más importantes siempre fueron los niños y su educación”, dice Ronda.
“Yo misma sabía más de su método que de ella. Ahora que he tenido la oportunidad de acercarme a su persona, tengo que decir que entiendo mucho mejor aspectos de su método”, comenta Salaberria.
“Ella es una referente en la educación y no solo eso, fue una feminista en su tiempo, aunque no lo supiera. Luchó por eso que creía durante toda la vida en un sistema patriarcal que no se lo puso nada fácil”, añade.
Tanto Ronda como Salaberria entraron en contacto por casualidad, a través del encargo de la editorial, con la figura de Montessori.
“En cuanto acepté la propuesta y me puse a documentar sobre su vida, la cosa cambió y me enamoré de su persona y su historia”, dice la ilustradora.
Para poner imágenes a su historia, Salaberria se quiso adentrar en su vida de otra manera más emocional “y por eso muchas de las ilustraciones del libro son más simbólicas que descriptivas”. “Mi intención era contar algo más de lo que el texto ya contaba”, asevera.
Para la escritora, el trabajo de documentación fue “laborioso y estimulante”. “Parecía imposible resumir la vida de María en 128 páginas y la tarea de estructurar y contar de forma ordenada y atrayente fue casi más difícil que la tarea de documentación”, afirma.
A Salaberri le encantaría volver a ilustrar otra mujer como María Montessori. “Y que las librerías se llenaran de referentes femeninos para mis hijas y todos los niños y niñas con ganas de cambiar el mundo”, dice.
Una idea que comparte con Ronda: “Solo puedo desear que el futuro traiga más libros de personajes tan interesantes como María Montessori. Creo que nos hacen falta referentes tan interesantes y valientes como ella”.