Por Domingo Abreu/ambientalista
El desplome ocurrido en el centro de diversión conocido como Jet-Set, saca a la luz un tema que se discute desde hace años: LOS EFECTOS DEL RUIDO.
El ruido, visto como contaminante ambiental, es la creación de ondas sónicas intolerables para el oído humano y animal. Y sin embargo, soportado por personas que buscan “diversión” en la alteración provocada por éste en el sistema nervioso.
Pero además, el ruido, como onda material, es capaz de causar daños severos en estructuras de edificios, aprovechando las grietas y las zonas internas donde los edificios reciben esas ondas como efecto de ariete, un ariete invisible, pero de poder incalculable.
Lo ocurrido la noche del lunes 7 de abril, en el popular sitio de fiestas Jet-Set, debe alertarnos en dos direcciones: 1. Sobre la posibilidad de desplome de otros lugares igualmente bombardeados internamente por el ruido; y 2. El daño que el ruido provoca en nuestro organismo, principalmente en nuestros oídos, en nuestro sistema nervioso, y en nuestro sistema cardiovascular.
Quizás ahora, como resultado de lo ocurrido en el Jet-Set, las autoridades se animen a establecer controles sobre la terrible contaminación por ruido que actualmente invade “in crescendo” nuestras ciudades, provocando todo tipo de daño físico, orgánico y espiritual.