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La amarga experiencia de visitar los cementerios públicos

por DeLegalymas
Cristo Salvador

Nelly Ramírez

delegalymas@gmail.com

El mal estado y la inseguridad de los cementerios públicos, es un clamor de nunca acabar, a pesar de que es tarea de los ayuntamientos velar por la adecuación y ornato de estos espacios; ir a un cementerio público, unos más que otros, como es el caso del Cristo Salvador, localizado en el sector de San Luis en la provincia de Santo Domingo Este, expone a los familiares a un ambiente desesperanzador, de tristeza, impotencia, un sabor amargo, ya que al llegar allí lo primero es que las calles de acceso están totalmente destruidas, pero no sólo eso, lo peor es que por el descuido en el que se encuentra este campo santo, se hace imposible acceder hacia donde se encuentran las tumbas de los fieles difuntos.

El cúmulo de hierbas y basuras  en  ese cementerio sobrepasan la visión de quienes lo visitan, es un caos, casi imposible encontrar e identificar las lápidas, ya que éstas están cubiertas por hierbas, troncos, ramas de  árboles… Parece todo, menos un cementerio, más bien parece un terreno baldío sin mínimos cuidados algunos. Es una verdadera odisea ir allí con la intención de visitar a familiares muertos.

El tema del descuido de los cementerios públicos es siempre el mismo, en algunos, lo que hacen las autoridades es que “lavan a cara”, el frente de éstos, pero al acceder hacia el interior a donde están las mayorías de las tumbas no tiene ningún cuidado.

Lo peor de la negligencia que impera en dichos cementerios, específicamente en el Cristo Salvador, es que además del personal contratado para laborar allí hay un personal externo con picos, palas, azadas, machetes… en manos que observa a todo el que allí entra, y los siguen hasta sus destinos  para ofertarles sus servicios de limpieza de tumbas a lo que obviamente, es imposible negarse, ya que de no hacerlo sería imposible encontrar y acceder a éstas.

Parecería que los sepultados en cementerios públicos no tienen dolientes en cuanto a autoridades oficiales se refiere. Es como si estos cementerios no contaran con autoridades competentes que los administre adecuadamente, que se encarguen de mantenerlos dignos de quienes descansan ahí, de quienes tienen en éstos  sus últimas moradas.

Sin embargo, sería bueno destacar que los cementerios están incluidos en la Ley No. 176-07 del Distrito Nacional y los Municipios, que es la que debe velar por mantener el ornato y mantenimiento de los mismos.

En su artículo 1 esta ley expresa el objeto de la misma, y por supuesto abarca a los cementerios, ya que su función es regular el Distrito y  los municipios, y, obviamente, los cementerios, que son objeto de los ayuntamientos son parte de esta.

Dice el acápite 1 de la ley: «La presente ley tiene por objeto, normar la organización, competencia, funciones y recursos de los ayuntamientos de los municipios y del Distrito Nacional, asegurándoles que puedan ejercer, dentro del marco de la autonomía que los caracteriza, las competencias, atribuciones y los  servicios que les son inherentes; promover el desarrollo y la integración de su territorio, el mejoramiento sociocultural de sus habitantes y la participación efectiva de las comunidades en el manejo de los asuntos públicos locales, a los fines de obtener como resultado mejorar la calidad de vida, preservando el medio ambiente, los patrimonios históricos y culturales, así como la protección de los espacios de dominio público».

El artículo 19 sobre “Competencias propias del Ayuntamiento”, literal J, dice que entre las competencias y funciones del ayuntamiento está la construcción y gestión de  los cementerios y servicios funerarios, es decir que no se entiende por qué los cementerios públicos de este país en el caso de la especie, el Cristo Salador, se encuentran en tal deplorable estado.

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