Redacción Delegalymas
Como cada 24 de septiembre, los dominicanos celebran hoy el Día de su patrona- la Virgen de la Merced o Nuestra Señora de las Mercedes- advocación mariana honrada por católicos en una gran parte Europa y América que arriba ya a los 805 años de su fundación.
Esta fecha se caracteriza por el júbilo de la celebración de la bienaventurada Virgen María, llamada también Virgen de la Misericordia. Su custodia, cuenta la historia, inició un 24 de agosto de 1218, cuando la Virgen María en su advocación de Virgen de la Merced, se apareció en distintos momentos y de manera separada a tres nobles personajes de Barcelona: a San Pedro Nolasco, quien fungiría como el fundador de la Orden de la Merced; al rey Jaime I de Aragón, conocido para entonces como el Conquistador y el rey en ese entonces de la Corona de Aragón, y a San Raimundo de Peñafort, fraile dominico, maestro de la orden de predicadores y confesor.
Cuenta además, que diez días después de la aparición, los
tres célebres caballeros se encontraron en la Catedral de Barcelona y compartieron su historia sobre la misma aparición de la Virgen María. Según contaron éstos, la Virgen les pidió la fundación de una orden religiosa dedicada a la redención de los cautivos.
La Virgen de la Merced. Este nombre se difundió rápidamente en Cataluña y en toda España, en incluso a Francia, e Italia, a partir del siglo XIII. En el Museo de Bellas Artes de Sevilla, se exhibe como la Comendadora.
En América, la Orden de la Merced, inició con la Evangelización de América, teniendo esta devoción un gran arraigo y se extendió en todo el territorio americano, convirtiéndose Santo Cerro en La Vega, República Dominicana el lugar de adoración más antiguo y conocido para su veneración.
En República Dominicana. Según la leyenda sobre la Virgen de las Mercedes, durante de la primera gran batalla suscitada entre europeos e indígenas, la llamada Batalla del Santo Cerro, la Virgen de las Mercedes protegió a Cristóbal Colón y a sus seguidores. Es por ese motivo que se levantó allí en Santo Cerro el centro de adoración a la Virgen de las Mercedes donde cada 24 de septiembre acuden miles de feligreses no sólo dominicanos, sino igualmente extranjeros a honrar a la patrona del pueblo dominicano.
La advocación a la Virgen de las Mercedes inició en España pero se difundió hasta Colombia con la llegada de la orden religiosa de los mercedarios a América. Igualmente llegó Bolivia, por el departamento de La Paz, en donde actualmente se le venera en gran medida. Allí se le cambia su vestimenta tres veces al año: el 3 de agosto en recordación de la primera vez que derramó lágrimas, el 24 de septiembre, por la celebración de su Día, su fiesta y la tercera en Navidad, como un regalo a su devoción.
En Nicaragua igual es venerada la Virgen de La Merced o Nuestra Señora de las Mercedes. Allí su historia se remonta a 1528 en León Viejo, cuando bajo la administración de fray Francisco de Bobadilla, misionero mercedario procedentes de La Rioja, construyeron el Convento de La Merced, convirtiéndose este en el primer convento de la Provincia de Nicaragua, donde desde entonces se le profesa amor, fe y devoción a la Virgen de la Merced.
Allí el 17 de julio de 1912 fue declarada Patrona de la ciudad de León por Monseñor Simeón Pereira y Castellón, obispo de Nicaragua, quien consagró el Santuario Diocesano de Nuestra Señora de La Merced.
En Perú. Es igualmente un pueblo mercedario. Reúne una gran cantidad de feligreses de toda América cada 24 de septiembre durante la fiesta en honor a la Bienaventurada Virgen María, en su advocación de la Virgen de las Mercedes. En diversas partes de todo el país, especialmente en Lima, Ancash, Huancayo, Cusco y Paita se realiza una gran peregrinación.
Esta festividad mariana se celebra igualmente en otras naciones, entre cristianos de la religión católica. En República Dominicana por ejemplo, es venerada con mucha fe y devoción, en la mayoría de las iglesias del país, pero, con mayor ahínco en el Santo Cerro en la provincia La Vega, a donde cada 24 de septiembre acuden los mandatarios de turno, funcionarios y cientos de feligreses de los distintos puntos cardinales a pedirle, clamarle, por diferentes motivos tanto particulares como colectivos.