Nelly Ramírez
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El Bulevar de la 27 de Febrero, llamado popularmente ‘El Bulevar de la 27’, espacio de desahogo y esparcimiento comprendido entre las avenidas Abraham Lincoln y Winston Churchill, rodeado en ambos lados por importantes plazas comerciales, bancos, supermercados, tiendas…, tuvo una época de gran gloria, ya que era el lugar de reunión, paseo los fines de semana y también días de trabajo con familiares y amigos; para disfrutar un café, trago entre los bares y restaurantes que allí abrieron sus puertas para entonces, uno de los espacios de moda, hoy da pena y nostalgia mirarlo.
Servía igualmente de escenario de diferentes firmas para la realización de actividades sociales, presentación de productos, exposiciones de arte… siendo unos de sus principales atractivos el erguido reloj de bronce que invitaba a subir las miradas de conductores y transeúntes al llegar a la intersección de Churchill, y la valla publicitaria que simulaba un freezer lleno de cervezas con la denominada característica de “cenizas”, en la intersección de la Lincoln.
De mismo modo habían, y aún quedan vestigios de hermosas obras de arte en esculturas que adornaban el lugar, ahora desdeñadas, olvidadas, a las que nadie mira, ya que el espacio pasó de ser un lugar atractivo en el que las personas les agradaba caminar, a un lugar temido, ya que la indiferencia de quienes se supone deberían encargarse de acondicionar esa infraestructura, han permitido que este se convierta en escondites de posibles delincuentes, lleno de escombros, los objetos que lo adornaban destruidos…
El Bulevar de la 27 de Febrero. Fue inaugurado el 29 de marzo de 1999, con un costo de inversión aproximado a los RD$68 millones de pesos. El paseo peatonal, que cuenta casi con un kilómetro de largo, pasa por encima del túnel entre las avenidas Abraham Lincoln y Winston Churchill.
La inauguración de la obra fue durante el primer mandato del entonces presidente Leonel Fernández Reyna, bajo el mandado de la alcaldía del Distrito Nacional del fallecido Juan de Dios (Johnny) Ventura Soriano, y el ministro de Obras Públicas ingeniero Diandino Peña.
El levantamiento de esta obra encima del túnel comprendido entre las citadas
avenidas en el centro de la ciudad capital, nació con el objetivo de contar con un museo al aire libre, en donde se pudieran exhibir las obras de los artistas dominicanos.
Fue por ello, que para la ambientación de la infraestructura fueron contratados para entonces artistas escultores de la talla de Joaquín Ciprian, Soucy de Pellerano, Said Musa, Bismarck Victoria, Jonnny Bonnelly, Luichy Martínez Richiez y José Ramón Rotellini, quienes se encargaron de crear las obras de arte originales que formaron parte del bulevar.
El erguido reloj, hoy destruido, fue construido en los talleres de José Ignacio Morales, “El Artístico”, quien fallecido durante la pandemia de la Covid-19, infectado por el virus.
En el lugar también era engalanado por murales diseñados en cerámica y esculturas, entre las más destacada “De la Ciguapa al Centauro”, del artista Said Musa.